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La Universidad de los Oficios para valorizar los saberes y la identidad cultural
¿Qué problema soluciona?

La idea de una Universidad de los Oficios nace en los Andes, sobre la base de los resultados alcanzados en el rescate de saberes andinos, tanto vinculados al patrimonio natural como cultural (material-inmaterial). Los estudios realizados mostraron la importancia estratégica de apoyar nuevas políticas educativas capaces de ampliar las oportunidades para todos, adaptando los aparatos productivos a las nuevas exigencias de la internacionalización de la economía y defendiendo la diversidad cultural y natural. La Universidad de los Oficios responde a esta concepción innovadora de la educación-formación. Siempre, a lo largo de la historia, desde los “Oficios” cada comunidad conoce con profundidad las expresiones y actividades de la cultura, urdimbre de la sociedad y formas de vivir.


Las limitantes de la educación formal tradicional
Se afirma que es necesario democratizar, de forma más contundente, el acceso a la educación superior para las grandes mayorías. Esto a pesar del importante crecimiento de la matricula en este nivel educativo en América Latina y el Caribe, en respuesta a la economía dinámica del conocimiento e impacto revolucionario de las nuevas tecnologías. El número de docentes universitarios, que en los años ’50 era de 25.000, en la actualidad sobrepasa el millón. Pero a pesar de la expansión de las matriculas, en 1995 la distancia de matriculados era abismal con lo que sucede en los países industrializados: un 16% frente a un 60%. El total mundial, según la UNESCO, continua estando por debajo del 20%. Las instituciones educativas en el nivel superior se han multiplicado en los últimos años y los establecimientos privados son más en numero que los públicos. Sin embargo, el mayor número de estudiantes se encuentran en las universidades públicas.

En lo financiero, aunque en términos absolutos los presupuestos públicos han crecido en estos años, se constata su constricción frente a las exigencias de calidad y atención a más amplios grupos de la población. Situación que contrasta con la movilización muy significativa de recursos financieros por parte del sector privado. Esta situación obliga a una reestructuración del nivel de educación superior, desde la misma misión y organización de la universidad pública, como de la transformación de sus relaciones con la sociedad civil, el mundo productivo y el mismo Estado. En lo que respecta a su organización, deberán revisarse las modalidades del pré-grado (técnica profesional, tecnológica y universitaria) y las tres del postgrado (especialización, magíster y doctorado).




En términos del acceso de los diferentes grupos socioeconómicos, en especial de los de menores ingresos, se deberá producir una gran transformación de la situación actual, altamente discriminatoria y elitista. Solo el 10% de estudiantes universitarios sigue perteneciendo al 50% más pobre de la población, aún cuando se verifica en esa población el dominio y manejo de saberes que bien les deberían abrir las puertas de un crecimiento individual y colectivo, de mayor bienestar y contribución económica y social a los Estados.

Tanto la naciente sociedad del conocimiento y de la información como el mercado y el proceso de internacionalización en marcha, plantean para las instituciones de educación superior exigencias de calidad y resultados, el ofrecer más opciones de formación y promover alianzas al interior y por fuera de los contextos nacionales. La internacionalización esta afectando todos los aspectos de la vida universitaria y, muy especialmente, los procesos de evaluación entre pares y de acreditación pública. A ello se suma la tendencia a flexibilizar intercambios entre educandos, docentes, investigadores, creadores y orientadores. También la comunidad internacional le exige a la Universidad que deje de priorizar el manejo instrumental de conocimientos y herramientas, al igual que la producción masiva de egresados sin referentes claros sobre el complejo universo en el que deberán actuar y contribuir.

La presencia cada vez más estratégica del saber y del conocimiento en la economía, la vida productiva y la vida social plantean la exigencia de calidades más precisas y elevadas. Se observa la multiplicación acelerada de una gama nueva de opciones y posibilidades de educación-formación, siendo que lo informal irrumpió con enorme fuerza en los últimos años en todas las sociedades del continente americano. Así se impulsa con gran dinamismo, la relación universidad–empresa–sociedad, universidad–ciencia–tecnología, universidad–lo público y lo privado, universidad–mundo virtual-real, siempre en la búsqueda, que apenas inicia, de lo que deberá ser y hacer la universidad del presente siglo.

La conclusión es obvia: menores niveles educativos y de calidad discutible solo podrán producir exclusión del progreso, marginalidad y pobreza en sociedades cada vez más complejas, sofisticadas y exigentes. Es necesario que la educación superior trabaje en estrecha alianza con la sociedad y el entorno, preocupándose más por resultados concretos en la formación frente a los problemas modernos y repensando la manera secuencial en que hoy día se imparte para ofrecer sus diplomas y títulos. En otras palabras, se plantea el desafío de romper con el monopolio de la educación formal tradicional.




Las nuevas tendencias de la educación superior
El cambio de la universidad siempre ha sido y será lento, controvertido y complejo. Es por ello que América Latina se ha dado a la tarea de crear espacios que impulsen concepciones novedosas de la educación superior. Dos principios han revolucionado por completo la comprensión institucional de la educación: una educación incluyente para todos y a lo largo de la vida. A ellos se suma el principio de la “autorregulación individual” sobre el cual se expande aceleradamente la sociedad del conocimiento y de la información gracias a los enormes cambios en las tecnologías de la comunicación y de la información.

Desde los años 90 los gobiernos, las autoridades académicas y culturales, el sector empresarial y los actores sociales abrieron un proceso de búsqueda de nuevas formas de educación, más incluyentes y que respondan a las exigencias económicas, sociales, ambientales y políticas. Se ha privilegiado el trabajo en torno a la investigación de saberes específicos en las comunidades de los territorios andinos, con su consecuente experimentación y aplicación. La medicina, la agricultura, el patrimonio cultural han sido objeto de estas preocupaciones. Su dominio y manejo ha permitido incorporarlos progresivamente a procesos de formación en alianza con instituciones de educación superior.




Sin embargo, estas nuevas tendencias educativas requieren un nuevo paradigma jurídico que las proteja y dinamice y es en este marco que se abre espacio el proyecto de la Universidad de los Oficios. Es una pista de actuación innovadora frente a la educación formal tradicional y que permite la valoración de saberes presentes en cada país. Frente al ordenamiento disciplinar, al encadenamiento secuencial de conocimientos y técnicas, a exigencias burocráticas y administrativas, la Universidad de los Oficios parte del saber acumulado del educando y abre espacios para potenciar al máximo ese saber. La Universidad realiza sus actividades en red con instituciones de educación superior tradicionales, talleres, laboratorios, instituciones dedicadas a la creación y el arte y otras. Se concibe como un espacio abierto que, segun las oportunidades de cada pais, incluye bibliotecas, museos, centros culturales, teatros, espacios de investigación, empresas, talleres.

La Universidad de los Oficios permite también recalificar las practicas de formación profesional que se desarrollan en todos los países, orientándolas hacia las potencialidades existentes y valorizando su aporte al desarrollo de las comunidades. En fin, la Universidad de los Oficios permite crear un marco ordenador para las iniciativas que diferentes instituciones de cooperación internacional y de los países realizan para la recuperación de los bienes históricos, valorizando los programas de formación de estas instancias y atribuyendo un valor académico a los currículos de estudio.

La Universidad de los Oficios presenta un modelo de costo-beneficio altamente positivo y rentable. Su creación se apoya en buena medida en infraestructura ya existente, procurando integrarla a un trabajo de investigación y estudio que produzca resultados concretos. La validación de los procesos de formación que se imparten en la Universidad de los Oficios corresponde a los entes nacionales competentes.