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Recuperacion del uso de tintes organicos
Presentación

Día a día vemos cómo crece la demanda de productos “naturales”. El campo de la tintorería no es ajeno a esta tendencia. En la última década se ha avanzado mucho no sólo en los planteamientos éticos para una producción sostenible de colorantes orgánicos, sino en la puesta en marcha de empresas, de diferentes dimensiones, dedicadas al cultivo, extracción y aplicación de este tipo de tintes.

Existe la idea común, de que el empleo de tintes “naturales” es sinónimo de actividad respetuosa con el medio ambiente. Sin embargo, para que estos tintes puedan ser etiquetados como verdaderamente ecológicos, su producción tiene que respetar normas específicas. A lo largo de la historia, la tintorería a gran escala ha sido una industria contaminante. En determinadas épocas los tintoreros europeos manejaron productos tan tóxicos como el arsénico para fijar los colorantes procedentes del mundo vegetal. También es cierto sin embargo, que, en la época anterior a los tintes sintéticos, para hacer frente a la gran demanda de la industria textil, raramente se emplearon especies silvestres, lo cual hubiese provocado su agotamiento. Las plantas tintóreas eran generalmente cultivadas, y es importante tener en cuenta este aspecto en la actualidad.

Hoy en día, es posible y necesario plantear sistemas de producción limpios. En el caso de los tintes, para que se puedan certificar como tales deben cumplir dos premisas fundamentales:
No utilizar productos silvestres
No emplear procedimientos contaminantes

La iniciativa de teñir con colorantes orgánicos puede obedecer a dos motivaciones fundamentales:
Recuperar las técnicas artesanales tradicionales de una región o cultura determinadas
Producir industrialmente telas de color respetando el entorno natural

La experiencia existente sobre la recuperación del uso de tintes orgánicos se ha centrado hasta ahora fundamentalmente en un sistema de producción artesano. Concretamente en Latinoamérica, donde la tradición milenaria de la creación textil es reconocida como arte con mayúsculas, pero donde desde mediado el siglo veinte se había abandonado el uso de los tintes tradicionales en favor de las anilinas, los resultados son alentadores. La manufactura textil indígena está cambiando de destinatario; una parte de la producción, no necesariamente degradada sino resuelta a veces con espontaneidad e imaginación, se dirige al mercado turístico, y otra parte, más reducida, de extraordinaria calidad y elevado precio, la adquieren coleccionistas particulares, instituciones y museos etnográficos. En el primer caso el artesano vende con mayor facilidad una prenda si está teñida con tintes naturales, en el segundo caso, el cliente exige que se hayan utilizado tintes de tradición histórica. Es precisamente el mercado de élite el que probablemente ayude a la pervivencia de este tesoro cultural en su vertiente artesanal.

En cuanto a la producción industrial, hemos visto surgir en la última década, empresas dedicadas al cultivo de plantas tintóreas y extracción de colorantes orgánicos, cuyos procedimientos son ejemplares como modelo de sostenibilidad. Francia, España, Holanda, México, Chile, Perú, El Salvador y Estados Unidos son algunos de los países donde ya se puede obtener colorantes orgánicos rojos, azules y amarillos con etiqueta de sostenibilidad.

El Real Jardín Botánico de Madrid, organismo perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, a través de su Director, Dr. Gonzalo Nieto, brinda su aval científico a las prácticas de recuperación del uso de plantas tintóreas.